Había un sol intenso, como solía pasar en diciembre, mis tíos vivían en un departamento que estaba en la planta superior del edificio que alojaba al restaurante de mi mami. Mi tía solía colocar una piscina de plástico en la terraza que tenían. Ese día con mi primo estuvimos chapoteando, para amainar el calor. Faltaba un día para navidad, no tengo recuerdos de lo revolucionado que estaría el mundo por las fiestas de fin de año, por que a los ocho años, uno no se preocupa de eso (que ganas de tener ocho otra vez!).
Calculo yo que debían ser las cuatro o cuatro y media de la tarde, cuando llego la abuela materna de mi primo, con otro nieto a vernos y con un plan, quería llevarnos a ver al viejito pascuero (papá Noél, San Nicolás, etc, etc) al paseo Ahumada ( la calle más céntrica de la época en Santiago, tipo calle Preciados de Madrid). La idea a mi me fascino, del trío era la mayor, ya que mi primo tenia dos años y el otro primo cuatro años, por lo cual ver al viejito pascuero me ilusionaba un montón.
Se que cuando baje a pedir permiso, alguien me dijo que no, no se sí mi mami o papi, pero alguien se negó, pero la abuela de mi primo insistió y la dejaron que nos llevará; más que nada insistió por que me vio con cara de pena y encontró que no era molestia llevarnos a todos…y así fue como partimos, un caluroso veintitrés de diciembre, los cuatro a ver al viejito pascuero, en metro.
Cuando salimos de la estación, Ahumada está abarrotada, había viejitos pascueros cada dos metros, las vitrinas (escaparates) estaban colmadas de juguetes y en la primera calle de Ahumada, entrando por Alameda, Falabella tenía un gran muñeco inflable acorde a las fechas, me parece mucho que era un viejito pascuero, pero gigante!.
La abuela llevaba a cada niño de la mano y yo tomaba la mano de mi primo, como pudimos fuimos esquivando a la gente hasta darnos paso a la Plaza de Armas, que tenia muchos viejitos pascueros más, no recuerdo haberme acercado alguno a pedir cosas, la verdad es que recuerdo muy poco lo que hicimos, pero sí recuerdo el calor y el exceso de gente.
Cuando decidimos volver al metro, para regresar a casa, me adelante junto con el primo de mi primo, sólo fueron unos pasos, no más….cuando me gire, estábamos solos, había perdido de vista a la abuela y a mi primo. Me comencé a angustiar, pero no soltaba a Cristián de mi mano, la gente comenzó a notar que nos habíamos perdido, muchos se acercaron para ofrecerse de llevarnos a casa, otros nos decían que siguiéramos mirando, para ver sí reconocíamos a la abuela y a mi primo. Yo tenia mucho susto, no podía recordar como me llamaba, ni donde vivía, menos del número de teléfono de casa. Alguien trajo a un carabinero ( auqnue les decimos pacos, son los policia), quien nos comenzó a preguntar pelos y señales para podernos ayudar, pero Cristián era muy pequeño y yo presente el primer síntoma crónico del mal de Dory.
Al ver el paco, que no podía localizar a la abuela, ni tenia modo de dar con nuestro domicilio, nos subió a la micro de ellos. Así que nos sentaron, detrás del chofer, a esperar a que alguien viniese a por nosotros. Recuerdo que la micro estaba estacionada frente a una farmacia Ahumada y la gente no paraba de pasar cargada de compras. Los pacos nos compraron de todo para comer, Cristián aún recuerda que comió hasta "por sí acaso" mientras yo no probé bocado. Llegó el atardecer, la noche y nada, yo no recordaba nada, ni nadie nos reclamaba. El carabinero que nos rescato de la calle, nos comento que nos íbamos a la comisaría, que pasaríamos la noche ahí y que mañana seguirían intentando localizar a nuestros padres.
Así fue como la micro arrancó y nos dirigimos a la primera comisaría de Santiago Centro, una que está ubicada en un edificio antiguo, de color blanco cerca del parque forestal. Yo no daba más de miedo, el puro hecho de pensar que tendría que dormir en la comisaría me aterrorizaba tanto como el haberme perdido y no poder recodar quien era.
En esa época mi tía tenía un furgón enorme, un pan de molde grande, de esos amarillos que hoy en día se utilizan para trasportan niños al colegio, pero tenía una particularidad, la bocina (claxon, pito) al presionarla, sonaba como si fuese un auto de los años veinte. Ese fue el sonido que escuche, cuando la micro de los carabineros estaba llegando a la esquina donde está la comisaría, y dije... MI TIA!!!!...así era, mi tía iba saliendo de la comisaría cuando nosotros íbamos entrando. La alegría fue enorme, gigante, recordé todo de golpe, mi tía no nos soltaba, también estaba la mamá de Cristián, con mi primo. Después de que carabineros confirmará que era mi tía, nos dejaron partir con ella.
Mientras íbamos camino a mi casa, mi tía no paraba de llorar de alegría, nos habían encontrado!.
Recuerdo la luces encendida de mi casa, la puerta abierta, a mis papás dentro de ella con mi nany, yo en algún minuto pensé que mi mami me daría un gran beso y un fuerte abrazo, por laalegría de haberme encontrado, pero no…recibi una buena palmada en el poto (culo, nalgas) por haber ido al centro (yo cre que tenía mezclada la alegría, con el enojo y el miedo), luego el beso y el abrazo, pero mezclado con una regañina.
Con el tiempo, me entere que ese día, cuando la abuela volvió al restaurante, solo con mi primo, todo se revoluciono. Mis hermanos movilizaron a sus amigos, mi mami contrato una flota de taxistas para que nos buscarán, mi hermano ( el que viene antes que yo) fue a increpar a la abuela por haber cometido el error de llevar a tres niños ella sola al centro, pero no solo fue mi hermano que descargo su impotencia con ella, también su hija, yerno y anda tú a saber quien más…pobre!.
Cuando nos juntamos con Cristián y con algunos de los que nos buscaron ese día, nos reimos recordando todo lo vivido, es más cuando ya nos molestan mucho decimos, "a que nos volvemos a perder otra vez!!"....siempre que recuerdo esto, me pregunto que hubiese pasado si mi primo ese día no toca la bocina…esto me paso en 1984....en mis ochentas.