jueves, 17 de abril de 2008

Décimo noveno día

Hoy, para no variar, el metro venia petado hasta las masas, como salí con tiempo, espere a que viniera el siguiente tren, el avisador indicaba que el próximo llegaba en tres minutos más, así que me dispuse a poner el móvil en modo mp3.
Oigo de todo, funk, house, pop ochentero, clásica, merengue, pero sobretodo canciones que son clasicas para mi, ya que me traen buenos recuerdos.

Uno de ellos es cuando debía rogar días para que mi mamá me diera permiso para ir a una fiesta del liceo, explicarle mil veces que era parte del comité que lo organizaba y que “debia” asisitir.
La mayoría de las veces me daba un no rotundo, ni ahí con que fuera parte del comité, cuando era no, era no. Pero las pocas veces que me dio permiso, tenia que rejurar que estaría antes de las doce de la noche en casa. Por lo general tipin once y media se empezaba a poner buena la cosa y todos comenzaban a bailar , ese era el momento en que yo me devia volver a casa, jajaj

Debo admitir, que como cumplía con llegar a la hora establecida, me gane la confianza de mi mamá, quien comenzo a dejarme ir a más fiestas y por ende volver más tarde a casa, eso sí, siempre debía ir algún chico en el grupo, para que nos defendiera a mi y mis amigas…claro que con lo grandotas que éramos, como para que alguien se atreviera a hacernos algo, jaja.

En tercero y cuarto medio, nos comenzamos a organizar para recaudar fondos para el paseo de cuarto medio. Una de las maneras más fácil de lograr plata era armar fiestas.
En uno de los tantos consejos de curso, comente que cerca del negocio de mi mamá, había una discoteca (no me puedo acordar del nombre) y que conocia al dueño. Con la profe jefe acordamos ir a hablar con él y ver la posibilidad de hacer las fiestas en su local. Así que un día partimos y le ofrecimos el trato. El acuerdo era que la venta de las entradas era para nosotras y el consumo para el local, obviamente acepto.

Las armabamos con tiempo, imprimiamos las entradas que vendiamos entre amigos, primos y hermanos, parecian fiestas familiares.
Para estas fiestas mi mamá me daba permiso sin problemas, me tenia al lado, jajja,

En esa época el hit era It's My Life del Dr. Alban, tema que hoy llevaba en mi móvil y me hizo recordar esa época. Al menos es la canción que me lleva mejor a esos años de mi vida (que viejo a sonado eso, jajaj).

Fue un par de días antes de terminar cuarto medio, cuando hice circular un par de hojas de cuaderno universitario entre las chicas, cada una debía anotar su nombre, dirección y teléfono, la idea era que dentro de diez años yo debía reunirlas a todas. Así que guarde esas hojas y todos los años las miraba, recordando el trato hecho.

Diez años después, fije fecha en el calendario y comence a enviar las invitaciones, algunas las fui a dejar personalmente a sus casas y otras las envie por correo.
Poco a poco fueron confirmando su asistencia, pero no todas, muchas ya no vivían en la ciudad, por lo cual creo que no se enteraron de la reunión.

Una noche lluviosa de invierno nos reunimos, que alegría tan grande cada vez que sonaba el timbre de mi casa...estábamos igual, los años por nosotras no pasaban.
Recordamos viejos tiempos, los profesores, las tonterias que hacíamos en los recreos, los gritos que nos dábamos de un pasillo a otro, cuando nos escapábamos de clases para columpiarnos,las fiestas, el paseo de fin de año (los últimos días juntas), el ridiculo que haciamos en los actos, mil y un recuerdos.
Una de ellas llevo el video del día de la licenciatura, ¡que día más llorado por Dios!, jejej.

Fabiola me llevo una planta de regalo, planta que crece bellamente en la casa de mi mamá, como testimonio de esa noche.

Es el poder de la música, te transporta a tus buenos recuerdos, tiempos que volvería a vivir encantada de la vida, pero “ volver a los diecisiete” como cantaba Violeta Parra, solo es posible recordando


1 comentario:

AleNina dijo...

Ahora me acorde del nombre. la discoteca se llamaba Mr Jons,como la canción de los Counting Crows,