martes, 4 de noviembre de 2008

Sextuagésimo quinto día


Al mirar desde mi ventana mi paisaje, es ver el edificio de plantas, edificado en ladrillo que se despliega ante mi. Cada piso difiere a pesar de la misma estructura, incluso los idiomas que los habitan fluyen en la noche, como la suave brisa que se lleva el humo de mi cigarrillo.
Veo como en un piso, una señora octogenaria, tiende con mucho cuidado la ropa que debe haber lavado ahora, la noche está muy tibia a pesar del mes y de la hora que es.

He apagado la luz, sólo diviso autos, automóviles estacionados de días, esperando apaciblemente que sus dueños los arranquen algún día.
Ningún perro o gato callejero, solo una estrella y los murmullos de una lengua extranjera, de dos hombres que caminan por la calle, son la compañía de la noche.

Antes de regresar a mi cama, me doy cuenta que mi currículum está sosteniéndose en el borde de la ventana, con serias intenciones de ser raptado por un hálito de viento.
La música de una pequeña radio reloj, que me han facilitado, deja escapar el sonido de suaves acordes de violines, de una pieza que no logro reconocer.

Madrid duerme o parte de ella, la que mañana se dispondrá a comenzar un nuevo día laboral. Solo siento desde mi cama, el suave movimiento que producen los motores de los autos, aquellos que tienen la liberada suerte de que los saquen a sacudir su motor y difuminarse por las cintas de cemento, que se entrelazan dibujando la ciudad.

Mientras más intenso es el sonido del violín desde la emisora, más se intensifica el silencio de una ciudad que despierta la curiosidad de saber ¿qué paso con el destape español y sus noches?

Ya no hay luces desde los edificios, ya no oigo las lenguas extranjeras, ni siquiera el llanto de algún bebé, ni un sólo ladrido acompaña a la luna, menuda noche Madrileña, todos duermen o eso da a parecer el silencio que inunda la noche.

Bajaré mi persiana y cerraré mi ventana, esperando noticias de aquel que me quita el sueño.
Mañana seré una mas, una mas que se unirá al dormir de una noche en Madrid


Lo escribi el 26 de septiembre del 2005.


Otoño - Vivaldi



4 comentarios:

Juan dijo...

¡Von Karajan al clave!¡Nunca lo había visto así!Precioso relato.Saludos.

pal dijo...

Si. Bonito.
Y mejoró?

AleNina dijo...

Juan, me declaro cmpletamente ignorante sobre directores músicales, pero no así en compositores y estilos, es uno de los bellos regalos familiares que recibi desee mi niñez.
Gracias por encontrar precioso mi relato, estaba recien desembarcando en Madrid cuando lo escribi.
Salutes

AleNina dijo...

Pal, gracias.
Te refieres así mejoro las noches Madrileñas?..sí es así, sí.
un beso gordo